Rosarito se maravilla al ver los cactus florecidos en la montaña y decide llevar uno a casa, con la esperanza de ver su flor. Sin embargo, pasan las horas y los días sin que ocurra nada. Una mañana, Rosarito decide cambiarlo de lugar y, al recibir la luz del sol, el cactus florece, aunque solo por un día.

Rosarito y Efraín, de regreso a casa, descubren algo que les llama la atención. Escarban mucho y encuentran huesos de todos los tamaños que no pueden reconocer. Llena de preguntas, Rosarito investiga en su enciclopedia y aprende sobre los fósiles, lo que la lleva a conocer sobre los dinosaurios. La euforia es tal que esa noche sueña con las antiguas criaturas viviendo en la montaña. Ambos están maravillados y Rosarito entiende la importancia de su descubrimiento.

Rosarito encuentra una punta de flecha y decide conservarla, pero enfrenta sus consecuencias al mentirle a Flordelina. A través del perdón y la enseñanza de Flordelina, Rosarito aprende sobre la importancia de honrar y respetar a los antepasados y sus pertenencias, reflejando esta lección en una pizarra dedicada a la historia de los pueblos originarios.

Rosarito y Efraín buscan duraznos en un árbol para que la tía de Rosarito haga dulce. Uno se sube al árbol mientras el otro recibe la fruta desde abajo. Con los frutos maduros en mano, Rosarito se imagina el proceso de la fotosíntesis. Mientras tanto, Efraín y Buenos Días se terminan todos los duraznos. Rosarito vuelve a su casa con un carozo.

Entre sueños, Rosarito escucha unos gritos y, al darse cuenta, su casa está temblando. A la mañana siguiente, mal dormida, descubre que el terremoto ha roto su globo terráqueo. Efraín llega y le cuenta lo que su papá le enseñó sobre los terremotos y cómo protegerse de ellos. Rosarito aprende con su enciclopedia y, mientras lee, se imagina las capas de la Tierra. Juntos, Rosarito y Efraín arreglan el globo terráqueo y Rosarito pierde el miedo.

Es verano y el sol es intenso. Rosarito se encuentra con Efraín, quien está preocupado porque el arroyo trae poca agua. Rosarito realiza rituales para que llueva. Sin darse cuenta, sobre las montañas empiezan a acumularse nubes. Mientras esperan que algo suceda, regresan a casa para aguardar la lluvia.

Rosarito está inspirada escribiendo un cuento en la montaña y se entretiene tanto que se hace de noche sin que se dé cuenta. Los ruidos nocturnos le dan miedo y hasta Buenos Días se pone inquieto. Sin saber qué hacer, Rosarito le pide a la montaña que la cuide, y su miedo pasa a un segundo plano. Al amanecer, despierta entre las piedras y ve las anotaciones de la noche. Está contenta con lo aprendido; no sabe qué fue sueño y qué no, pero se siente tranquila.

Rosarito juega con Efraín y Buenos Días con un barrilete, pero sin querer lo enganchan en un árbol. Efraín se trepa al árbol para bajarlo, pero no lo logra y, con un mal movimiento, se cae. Rosarito lo socorre y, aunque no es nada grave, Efraín es exagerado. Rosarito le cuenta sobre los huesos, de qué estamos compuestos y cómo hay que cuidar el cuerpo.

A Rosarito le duele la panza porque se comió todo el dulce. Efraín, preocupado, le pone paños fríos. Flordelina la cura con tés y ayuno, y le explica las propiedades de las plantas de la huerta para mejorar su alimentación.

Rosarito explora las flores silvestres mientras las huele y acaricia, anotando todo en su libreta. Se acerca Buenos Días y estornuda, arruinando todo su trabajo. Rosarito se enoja, pero Flordelina la calma sugiriéndole que juegue a algo divertido. Efraín propone un juego sobre los sentidos que él inventó, y terminan muy divertidos haciendo música con instrumentos cotidianos. Como maestra, Rosarito termina una pizarra sobre los sentidos y agrega el de la intuición.

Rosarito le enseña a leer a Efraín. Mientras tanto, un insecto distrae a Buenos Días, quien intenta atraparlo y termina atragantándose. En su intento por salvarlo, Efraín descubre huellas de zorro. Rosarito toma nota de todo y se siente como una detective. Al regresar a casa, une los datos y descubre la cadena trófica.

Mientras Efraín busca el lugar ideal para plantar las semillas de su manzana, Rosarito descubre que el suelo no es adecuado para ello. Flordelina les enseña sobre la importancia de la tierra y el clima, dibujando un mapa para ilustrar las diferencias geográficas. Rosarito se sorprende al darse cuenta de lo grande y diversa que es Argentina.

Una invasión de mosquitos obliga a todos los habitantes de Atiles a refugiarse en sus hogares. Rosarito visita a su amigo Efraín, quien sufre de dolores de cabeza y corporales. Observando el entorno, Rosarito descubre los lugares clave donde los mosquitos se concentran. Decidida a ayudar, investiga los síntomas de Efraín y qué se debe hacer al respecto. Este episodio resalta la importancia de la prevención de enfermedades y la capacidad del cuerpo humano para defenderse.